Desde varios enfoques metodológicos (lingüísticos, estadísticos, retóricos y, sobre todo, de Teoría de la literatura), hemos visto como la luz en la poesía de Aleixandre es el eje que vertebra su visión personal del universo, la solidaridad del poeta con todo lo creado. Los elementos del área positiva del campo semántico son muy frecuentes. Pero no sólo hacen referencia a la luz natural sino a otras luces que son irradiadas por el hombre, la amada, los animales. la luz se asocia a la vida y al amor, un amor-luz que es vía de conocimiento último a través de la palabra luminosa, es solidaridad con el cosmos y con los demás. De la luz venimos y hacia ella iremos. Aunque muchos menos frecuentes, los elementos que implican ausencia de luz constituyen el contrapunto necesario; su presencia justifica que la obra del poeta sea “una aspiración a la inconfundible luz de la comunicación”. La ausencia de luz simboliza valores negativos: es desamor, es desazón de no poder aprehender qué hay tras la muerte, es ausencia de solidaridad entre los hombres y entre el hombre y el universo, es la ausencia de palabra, es el silencio. Pero la luz del amor, a los otros y al universo, son suficientes para Aleixandre: “vivir con amor hasta el final basta. el amor me salva”. En el origen de esta visión lírica de la luz está la metáfora “amor=fuego” y su variante “amada=luz”, que desde la Antigüedad hasta la G. 27 hemos rastreado para ver las aportaciones personales de Aleixandre. Nos hemos centrado en la lírica española, aunque tangencialmente hemos visto otros géneros y autores de otras literaturas para establecer contrastes y semejanzas.